miércoles, 21 de mayo de 2008

Cuando la odisea llega a su fin.

Hace dos meses que comenzó esta odisea. Ahí estaba yo, un pipiolo que había salido recién hecho de la academia militar lanzado sin más a la batalla. Y esta odisea termina este mismo viernes con una pena que no pueden ni imaginarse, oigan.
No me voy a enrollar y menos aquí, que no es lugar. Lo que tenía que decir a la gente a la que se lo tenía que decir, está dicho. Lo que me quede por decirles, se lo diré el viernes. Lo demás, lo dicho y lo que venga, son todo halagos.
No me quedo con lo aprendido, que ha sido mucho y tremendamente útil; me quedo con la gente conocida y a la que voy a echar muchísimo de menos. Porque convivir once horas diarias con la misma gente durante dos meses te da para mucho, y Javi, Paco, Guille, Txutxo, Toni, Pelayo... Son gente que siempre van a tener un recuerdo muy especial.
Hoy me han hecho un regalo de despedida: unos cascos Panasonic profesionales (para que deje de ir a currar con los pinganillos del Talgo, decían). No he llorado, no soy de llorar en público.
Os voy a echar la hostia de menos.




Pd: mi contrato, ese que llevo todo el puto finde celebrando, se ha ido a pique al cancelarse el programa antes de poder incorporarme.

1 comentario:

anticratico dijo...

Por el cumplimiento de la mision mas alla del deber, por su labor inestimable y su amor a la sonora patria, le concedo esta condecoracion, La Cruz de Auriculares Panasonic con Hojas de Roble.

Su servicio no sera olvidado.


me alegro de que te haya ido tan bien pendejo, quitando lo del contrato...

se bueno, ya contarás como te trata la vida