¿Qué se merece mi jefe...?

¡Saludos cangrejas! Hoy, recién llegado del curro (si miráis la hora, veréis que no concuerda) vengo a hablaros de algo que posiblemente estaréis sufriendo o empezareis a padecer en breves. Nada más y nada menos que los cambios de turno.

Hoy tenía que entrar en la casa de Dios a las doce de la noche y estar hasta las siete haciendo programas y tal. Pues resulta que nada más llegar (que creo, ha coincidido con que España se clasificaba para la semifinal contra Rusia (mierda...)) la técnico que se encontraba emitiendo El Tirachinas me dice: "¡Hombre Carlos, ¿cómo tú por aquí?!" A lo que respondo, ingenuo: "Pues porque ya me toca, ¿no?" "¿Es que no te has enterado del cambio de turno?" "¿Lo qué?".

Pues sí, caballeros del fader. Han cambiado los turnos de trabajo este fin de semana y, en vez de entrar hoy a las doce, entro "hoy" a las tres de la tarde. Lo cual, me diréis, que tampoco es para tanto. Claro perras, pero es que ayer mientras dilapidaba cervezas con Txarko y cía. tendría que haber estado en la radio trabajando. ¿Me dijeron algo? ¿Se dignaron a avisar? ¡Pa qué!

Y es que, al final, no sólo resulta que nos tenemos que tragar turnos inmensos (16h. se marca el antes mencionado Txarko de vez en cuando) sino que encima, te cambian los turnos de un día para otro y no te avisan...

Mañana por la tarde (además de soportar a los perroristas) tendré que hablar con el jefe a ver si, además de bronca, firmo contrato. Que por cierto, han tirado a la gente con la que estaba de prácticas (Mila entre otros) pero por lo menos me han dado una alegría: Han contratado al jevi Fernando ¡para que me acompañe en las madrugadas!

Un saludo de un desturnao.