miércoles, 12 de marzo de 2008

Cronicas del CES

Bueno, pasó el temporal y volvió la calma, ahora que he tenido unos días para descansar, ahora que me encuentro a un buen puñado de kilómetros de ese tugurio de hienas que llamáis Madrid y yo llamo Mordor, me dispongo a narrar, por capítulos, mi estancia en el CES (o lo que recuerdo de ella).

Capítulo 1: De cómo el pequeño hobbit llegó a aquellas oscuras tierras.

El año anterior fue bastante agitado, tenia que sacarme segundo de bachillerato del tirón y tampoco es que fuese yo el mejor estudiante del mundo (aun hoy no ha habido un examen que haya estudiado días antes del mismo y con repasos y tal).
El verano me lo pasé trabajando (¡Señora!) y por circunstancias personales no fue tampoco el mejor del mundo, ya veis, trabajar fue una bendición, porque con tanto curro no me paraba a pensar en otras cosas… Así que cuando llegó septiembre y aprobé la única asignatura que me quedaba, lo último que quería era quedarme en Valla-dolor, y como me tiraba esto del sonido (y además en la mitad norte de Castilla no había donde estudiarlo) pues decidí que era una gran idea huir a otros parajes.
Elegí Mordor porque no quedó otra (BCN está muy lejos y no me fiaba de la escuela de sonido que hay por San Sebastián, que eran los dos destinos mas apetecibles), y un mal día, forré mi orgullo con plomo, y me encaminé hacia las oscuras tierras bastante poco animado.


Capítulo 2: De los primeros días del pequeño hobbit en Mordor.

Cuando llegaba a Mordor, lo que antes no pasaba de ser una mera sospecha, se reveló como algo tan real que hizo que me plantease la viabilidad de esta aventura. Miles de humanos hacinados en vehículos y vagones rodando en hileras de fuego hacia las montañas, que se recortaban en la lejanía con majestuosa grandeza. Al otro lado, infinidad de caminos que confluyen en una gran urbe, superpoblada, caótica, contaminada, que se observa en la distancia con un malsano aura de luz aun en la noche.Debido a lo precipitado de mi marcha, no había conseguido aun alojamiento en las tierras oscuras, y me acerqué a pedir refugio en el hogar de unos familiares.
Los dos primeros días los dediqué a explorar el entorno, el camino hasta el CES y el barrio, también aproveché para localizar algunos lugares gratos (PHC, Up Beat, Brighton…) y familiarizarme con el, a menudo maloliente y abarrotado, transporte subterráneo. Decidí que podía ser buena idea moderar mi vestimenta y actitud, ya que era evidente la presencia de individuos hostiles a mi persona, y esta vez no jugaba en casa, lo que me colocaba en una posición de desventaja.
Llegó el primer día, me dirigí con tiempo hacia el CES pensando en el tipo de gente que me iba a encontrar allí. Cuando vi a mis nuevos compañeros de clase no tardé en clasificarles mentalmente en dos grandes grupos: “frikis” y “diyeis”, Aquellos que en ese momento escaparon de dicha clasificación, se fueron colocando con el tiempo en uno u otro lado (o en los dos).
No recuerdo donde me senté ni con quien, pero si que recuerdo que hubo algunas cosas que me llamaron rápidamente la atención: Recuerdo la chaqueta que llevaba nacho, con estampado de leopardo cosido al cuello, me hizo muchísima gracia, por otro lado recuerdo alarmarme por la ausencia total de mujeres en la clase, aunque más adelante descubrí que debía ser normal en el mundillo del sonido, o es eso o siempre he tenido muy mala suerte…

Capítulo 3: Empieza el curso.

No se como acabé tratándome con los más fieles representantes del subgrupo “freak” de la clase. Al principio me hacia gracia escuchar las conversaciones de la gente, parecía una manada de fieras en la que cada bicho se media con los demás para establecer una inconsciente escala de prestigio. A menudo me encontraba con grupillos de personas hablando de sonido de una forma que parecía indicar lo ansiosos que estaban por demostrar sus conocimientos, ya que a veces escuchabas como soltaban rollos que poco tenían que ver con la conversación. Más adelante pude ver que los que realmente pilotaban (¿pilotaban? Te odio, Serch…) de sonido no eran los que hablaban continuamente de sus conocimientos.
Descubrí los primeros días lo fáciles que iban a resultar algunas asignaturas, pero por si las moscas comencé pasando a limpio los apuntes que tomaba, creo que la tontería me duró un par de días. Clasifiqué mentalmente las asignaturas, por un lado en “útiles” y “estudiar para aprobar” y por otro lado en “muy fáciles” y “probablemente fáciles”.
En aquellos momentos ya sospechaba lo que más tarde descubriría: Primero es un paseo.
Ojeando los temarios de cada asignatura me sorprendió la cantidad de chorradas que debíamos aprender, aunque ya me habían advertido de ello, y llegué a la conclusión de que la única asignatura que tendría que estudiar en serio iba a ser SMT (y al final ni esa).


Capitulo 4: El primer curso

Continúo esta crónica (que no tengo nada que hacer).
Cuando fueron pasando los primeros días me fui haciendo una idea de las asignaturas, ya no solo por el temario sino también por los profesores (que a menudo determinan la dificultad, utilidad y atractivo de la asignatura).
Radio, en un principio me parecía un coñazo, los primeros temas fueron inaguantables:


RADIO: TEMA 1

HISTORIA DE LA RADIO EN ESPAÑA

LOS COMIENZOS: AÑOS 30

En 1912 Matías Balsera realizó conciertos desde el parque del Retiro y desde el Teatro Real.
En 1916 Antonio Castilla, que trabajaba para el ejército estableció la primera comunicación entre Madrid y el pardo.
En 1917 se crea la primera fábrica de receptores de radio (Ibérica)…



¿Recordáis?
Pero Toulouse me caía bien, sabía impartir la asignatura, se notaba su experiencia y daba confianza, supongo que resultaba cercano y creíble, no era un pablo cualquiera.
Comunicación también se me hizo llevadera por el profesor que la impartía, Nacho, con su humor afilado, parecía sacado de una película o de un programa de monólogos. Pero según fue pasando el curso fue volviéndose más hosco. Hoy no sabría decir tres temas que diésemos en dicha asignatura.
Lo que me ocurrió con FOL y RET ya lo veía venir…Cuando comenzaba cualquiera de las dos clases mi mente se llenaba de columnas (en el sentido militar de la palabra) que, fusil en mano y bayoneta calada, daban muerte a mares y mares de profesoras de FOL y RET poniendo fin con ello a la manipulación descarada de la realidad laboral. Estas asignaturas consiguieron que, en el podio de la palabra más usada, dejase de estar el verbo “haber” para dejar paso al adjetivo “fusilable”.
Aun así he de reconocer que, manteniendo altas las defensas y escudos ante el ataque de tanta falacia, aprendí alguna que otra cosa útil sobre el funcionamiento del aparato de represión laboral.



...CONTINUARÁ

2 comentarios:

El fumador dijo...

Ardo en deseos de leer la segunda parte. No puedes desvelar algún spoiler o algo así?? xD

anticratico dijo...

mueren los malos